Cuando el día es perfecto, pero tú no estás ahí
Hace poco viví una experiencia que transformó mi manera de ver este «ruido mental». Salí a caminar temprano en la mañana. El día estaba hermoso: cielo claro, aire fresco y los árboles moviéndose despacio. Todo apuntaba a ser un momento perfecto, pero yo no estaba ahí.
Mi cuerpo caminaba, pero mi mente estaba atrapada en un torbellino. Pensaba en una conversación pendiente, en un error que cometí días atrás, en tareas sin hacer y hasta en si había dejado algo olvidado en casa. Era como una fila interminable de pensamientos empujándose unos a otros para ver quién gritaba más fuerte.
¿Te suena familiar esa sensación? A veces creemos que la vida se complica por lo que pasa afuera, pero muchas veces el verdadero caos viene de adentro.
El espejo de la calma
En medio de mi caminata mentalmente agotadora, me crucé con un señor mayor que regaba sus plantas. Lo hacía con una paz absoluta. Él estaba completamente ahí, presente, mirando cómo el agua caía sobre la tierra, como si ese pequeño acto fuera suficiente para sostener su mundo.
Cuando me saludó con un simple «Buen día», algo se movió dentro de mí. Fue como verme desde afuera y decirme: «Mira dónde estás. Mira el ruido en tu cabeza. No tienes que seguirlo».
Ese señor no me dio un consejo ni una frase inspiradora; su simple presencia fue un espejo que me recordó que, debajo de mis tormentas internas, siempre hay un lugar silencioso que puedo habitar.
No eres la voz, eres quien la escucha
Aquí viene la lección más importante que quiero compartirte hoy: No eres la voz que habla sin parar dentro de ti. Eres quien la escucha.
Ese día aprendí a detenerme. Fue como sentarme en la butaca de un teatro y ver a mis pensamientos actuar en el escenario, repitiendo preocupaciones y guiones viejos. Y en lugar de subirme al escenario a discutir con ellos, me dije: «Está bien. Pueden hablar. Yo me quedo aquí observando».
Las emociones intensas son como un rayo. Si te tensas y te resistes, te golpean. Pero si las dejas pasar, se disuelven.
Te invito a darle play ahora mismo al episodio. En él te cuento con más detalle cómo fue ese momento de revelación y te guío, con mi propia voz, para que aprendas a decirle a tus pensamientos: «Pasa, que aquí estoy yo».
Pasos para dejar de pelear con tu mente
Basado en esta reflexión, aquí te dejo algunas claves para aplicar cuando sientas que la cabeza te va a estallar:
- Detente y respira: Cuando sientas el apretón en el pecho o la preocupación excesiva, no los empujes. Haz una pausa.
- Observa sin juzgar: Imagina que tus pensamientos son nubes grises pasando por el cielo. No se quedarán para siempre.
- Háblales con cariño (y firmeza): Cuando aparezca un pensamiento exagerado, dile: «Ya te oí. Qué discurso tan dramático traes hoy. Quédate un momento y luego te vas». Te aseguro que siempre terminan yéndose.
- Regresa al presente: Haz como el señor de las plantas. Conecta con lo simple: respirar, caminar despacio, sentir el agua o el aire. Ese lugar interno de presencia no necesita esfuerzo, solo estar.
Un libro para fortalecer tu identidad
Para acompañarte en este proceso de soltar el ruido externo e interno, este mes en Vivir en Armonía estamos leyendo «Atrévete a ser quién eres (Aunque no gustes)» de Walter Riso.
Vivimos en la era de los likes, pendientes de la aprobación ajena. Pero para crecer, hay que ser libre interiormente. Este libro nos enseña que sobre ti, solo tú decides y mandas. Tu lugar en el mundo está en ti, no en las medallas que otros te cuelguen.
¿Necesitas ayuda para gestionar ese ruido mental?
A veces, por más que intentamos observar nuestros pensamientos, la tormenta se siente demasiado fuerte para navegarla solos. Y eso también está bien. Reconocer que necesitamos apoyo es un acto de valentía.
Si quieres iniciar un proceso de terapia y te animas a hacerlo conmigo, tengo disponibilidad para acompañarte a encontrar ese espacio de calma y trabajar en tu bienestar emocional.
👉 Agenda tu cita hoy mismo en: miconsulta.net.
Gracias por leerme y por permitirme acompañarte en este camino. Recuerda: cuando llegue un pensamiento ruidoso, no pelees. Solo obsérvalo y recuerda que la calma siempre estuvo ahí, esperando a que regresaras.